Son numerosas las ocasiones en que algunos compañeros docentes, dubitativos a esto de meterse a fondo con las nuevas tecnologías, me preguntan sobre el coste que supone esto de empezar con las TIC. No ven claro el beneficio inmediato. Ni tan sólo son capaces de vislumbrar una mejora de su práctica docente usando herramientas diferentes de las que llevan usando toda su vida profesional. Es por ello que una de las cuestiones recurrentes es… ¿cuánto me va a costar ponerme al día?
La respuesta básica y poco desarrollada sería: Nada. Empezar con las TIC no cuesta nada, ya que hay servicios gratuitos que permiten ir gestionando el avance con las nuevas tecnologías (edmodo, opigno, moodle). Unos servicios gratuitos que, para cualquiera cubren todas las necesidades objetivas de uso y transformación de sus modelos educativos incorporando nuevos elementos tecnológicos y/o nuevas herramientas.
En lo anterior subyace un error importante. Obviar el mayor coste de todos. El coste de “tiempo”. Un coste que, por no ser cuantificable a nivel monetario (muchos sabemos que en los tiempos que corren la reducción a ese valor está a la orden del día), demasiadas veces se mantiene apartado de la ecuación. Una ecuación que, por obviar lo anterior, se queda incomprensiblemente huérfana de uno de sus valores más importantes. Uno que va a marcar la diferencia entre la incorporación de las TIC a la práctica habitual o relegarla, una vez pasada la euforia inicial, a cualquier rincón ignoto.
La disponibilidad de tiempo marca el coste. Un tiempo que debe retirarse de otras cosas para empezar a asumir competencias digitales. Unas competencias que se asumen al margen de la tarea docente reglada y regulada por la Administración. Unas competencias que, más allá de la mayor o menor cantidad de cursos sobre herramientas o uso de las mismas a los que uno se haya matriculado, van a depender de factores autónomos. De factores cuya ponderación se realiza por parte del propio docente.
Una vez determinado el factor más importante para empezar con las TIC, ¿dónde invertir el tiempo para no abandonar a las primeras de cambio? Una cuestión muy controvertida y personal. Si me permito contestarla en primera persona lo tengo muy claro… en las redes sociales. Profesionalizando las mismas y entrando en un entramado donde las conversaciones entre iguales están a la orden del día. Donde el aprendiz es toda la comunidad y el valor de la misma está en función de esos miles de aprendices que, día tras día, van incorporando conocimiento distribuido de forma masiva. Un conocimiento imposible de asimilar. Un conocimiento que necesita ser filtrado y adaptado a las necesidades de uno. Unas necesidades que, como docentes, hemos de ser capaces de priorizar.
Mucho beneficio, realmente económico, aunque con muchos obstáculos en el camino. Obstáculos formados por pequeños agujeros en la calzada del aprendizaje que, para muchos si no están bien convencidos de querer dar ese paso (o no encuentran compañía adecuada en ese viaje), pueden convertirse en agujeros insondables.
Empezar con las TIC es muy barato. Lo realmente caro es el esfuerzo personal que exigen sus primeros pasos. Después, salvo pequeños detalles, viene todo bastante simple.